Nos
iremos tal vez,
ignorando la suerte o la desdicha;
sin ver lo verdadero de la utopía,
quizás, entendiendo cuánto vale la vida.
los segundos no van a ser comprados.
ni las horas un mal de amores,
proclamando el valor libre
de nuestra alma, sin exigirle al codicioso que utilice su balanza.
ignorando la suerte o la desdicha;
sin ver lo verdadero de la utopía,
quizás, entendiendo cuánto vale la vida.
los segundos no van a ser comprados.
ni las horas un mal de amores,
proclamando el valor libre
de nuestra alma, sin exigirle al codicioso que utilice su balanza.
Que
la muerte nos descubra insolentes,
en la tierra de los hombres,
por haber sido valientes
y que de los cielos bajen
sin alas ni coronas
los deseos más intensos.
en la tierra de los hombres,
por haber sido valientes
y que de los cielos bajen
sin alas ni coronas
los deseos más intensos.









