En una mesa bien decorada, se decide el mundo
de hoy, moldeando a los hombres, a sus obscenas pretensiones. Con un cartel invisible en sus manos, cantan historias
de vencedores y derrotados, de fabulosos placeres y divinos manjares.
Mientras hoy, las calles se contaminan de
insultos y mentiras, se escupe la esperanza del que quiere gritar y se tapa la
profunda miseria con brillantes objetos de colores.
Sedientos de poder, matan por obtenerlo, la vieja religión que sigue aturdiendo a la
humanidad.






