UNA DESPEDIDA


Rozando una corteza áspera y crujiente, me decidí a olvidarte, dejando que te alejes, en silencio, perdiéndote en el suave agujero del tiempo.
Y libre, como un lobo solitario, me convierto en noche, y colgado de la luna, sobrevuelo el reino de las almas errantes, buscando una chispa que me guíe por el camino sediento de desobediencia.
Comienza así, un círculo de fuego, destruyendo el muro invisible de la valentía y el temor.

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