La
pequeña Malaika, se atreve y arriesga, y se sumerge en aguas profundas y secretas,
baila al compás de un ritmo desenfrenado y loco.
Se
revuelca en el excitante sabor de los corazones insurrectos.
Marcha
hacia una victoria plena y asegurada, que nadie, se atreve a robarle.
Se
enciende en el monte cubierto de espinas y cantos. Es boca morena, una fuente
peligrosa como el fuego. Sus brazos fluyen bajo la danza, baila descalza
gritando sus penas,
Grita
para sentirse viva, grita para que se escuche, grita para sentirse luz.






