LOS SUEÑOS


………......en el interior del mundo, las semillas juegan a la esperanza, ese juego que incita a ser algo más, no hay tiempo para especulaciones, los sueños consisten en seguir marchando y no parar……….....

LOS MARES INFINITOS

Se ocultan y se miran sin comprender, confundidos, de querer escapar, de conocer la libertad que lo atan a las sombras, ganar la batalla de la locura que comienza ser canción, nadie en la oscuridad gana terreno, y en los grandes mares de lo irreal, de lo desconocido, y de lo luminoso, comenzarán a marchar, ya descalzos los nuevos hombres que desde lo alto del mundo, observarán todo el infinito naciendo junto a él.  

EL PESCADOR


Inspirado en lo lejano y en lo más profundo de los mares, intentamos percibir el azul profundo e invisible, el instante capaz e inteligente, que te dice que aún hay una oportunidad.
Como un pescador que observa las estrellas, como un caminante que se emociona, como un solitario capaz de conectar más allá de su imaginación.
Buscamos un rincón eterno, experimentando lo exótico, en las alturas máximas de estas tierras, donde el latente resplandor nos desnuda y nos muestra otro horizonte, que amanece en lo alto del mundo.



COLGANDO PALABRAS

Detrás de las palabras, existe un tiempo y una velocidad, un aroma inexplorable o convencido, un tesoro oscuro o vacío, brillante de piel trigueña o blanca febril. Todo puede ser construido o derribado. Puede continuar o morir. Pero si éstas perlas no existieran, nada tendría sentido decir. 

UN FUEGUITO


A veces las cadenas pesan y se hace difícil caminar, También hay puentes que te cruzan a tierras desoladas.
A veces los parásitos resurgen de las grandes heridas que fueron curadas.
Pero aun así, existen caricias que nacen entre desiertos y temores, y hay fueguitos que iluminan en las más de las temibles oscuridades. Cuando ese fuego se enciende, arde la alegría de saber que hay una nueva victoria, que queda el instante, ese minuto que te acompaña sin pedirte nada, más que su atención. 
Y ahí nos encontramos completos, serenos, perplejos, delante del mundo de los sueños que cambian perdidos en el tiempo.

EN LAS CALLES


Hace ya mucho tiempo, en esos días de invierno, el frio lastimaba, por amor o quizás por soledad. 
En un día de esos, dicen que, parado frente su sombra, Julio, salió a las calles, silencioso, a refrescarse de un cálido sol que cubriera sus ojos. Buscando historias que valieran la pena, se encontró con una muy especial, que lo llevó hacia lo eterno de este mundo.
En aquel pueblo, Nadie supo más de éste hombre, nadie supo más de sus penas. 
Pero hoy, se ha convertido en leyenda. En ese pueblo, se dice que las historias que valen la pena, son sueños sublimes que te hechizan hasta hacerte volar.

La tumba del hombre-cosa


La masificación suprime los deseos indivduales, porque el Superestado necesita hombres-cosas intercambiables, como repuestos de una maquinaria. Y, en el mejor de los casos, permitirá los deseos colectivizados, la masificación de los instintos: construirá gigantescos estadios y hará volcar semanalmente los instintos de la masa en un solo haz, con sincrónica regularidad. Mediante el periodismo, la radio, el cine y los deportes colectivos, el pueblo embotado por la rutina podrá dar salida a una suerte de panonirismo, a la realización colectiva de un Gran Sueño. De modo que al huir de las fábricas en que son esclavos de la máquina, entrarán en el reino ilusorio creado por otras máquinas: por rotativas, radios y proyectores.
He ahí el fin del hombre renacentista. La máquina y la ciencia que había lanzado sobre el mundo exterior, para dominarlo y conquistarlo, ahora se vuelven contra él, dominándolo conquistándolo como a un objeto más. Ciencia y máquina se fueron alejando hacia un olimpo matemático, dejando solo y desamparado al hombre que les había dado vida. Triángulos y acero, logaritmos y electricidad, sinusoides y energía atómica, unidos a las formas más misteriosas y demoníacas del dinero, constituyeron finalmente el Gran Engranaje, del que los seres humanos acabaron por ser oscuras e impotentes piezas.
Hasta que estalla la guerra, que el hombre-cosa espera con ansiedad, porque imagina la gran liberación de la rutina. Pero una vez más serán juguetes de una horrenda paradoja, porque la guerra moderna es otra empresa mecanizada. Desde la fábrica en que ejecuta un movimiento-tipo, o desde su anónimo puesto de burócrata en que maneja expedientes, o desde el fondo de un laboratorio en que como modesto empleado kafkiano pasa la vida midiendo placas espectrográficas y apilando millares de números indiferentes, el hombre-cosa es incorporado con un número a un escuadrón, una compañía, un regimiento, una división y un ejército también numerados. Y en el que un Estado Mayor, tan invisible como el Tribunal del proceso kafkiano, mueve las piezas de un monstruoso ajedrez, mediante la ayuda de mapas matemáticos, telémetros y relieves aerofotogramétricos.
Guiado por teléfonos y radios, el hombre-cosa avanzará hacia posiciones marcadas con letras y números.Y cuando muere por obra de una bala anónima es enterrado en un cementerio geométrico. Uno de entre todos es llevado a una tumba simbólica que recibe el significativo nombre de Tumba del Soldado Desconocido.
Que es como decir: Tumba del Hombre-Cosa.

Ernesto Sabato.