Un
hombre de barriga larga y sombrero gordo, parado sobre el mundo, fuma y ríe, con
su gran habano de risas y sospechosos pensamientos, pisa a quien se acerca y al
que huye lo persigue, cantandole a las
sombras y a su reino. Con sus manos sucias, juega con la consciencia de la
humanidad, ese perfume que sobrevuela las calles de los hambrientos y los soñadores.
Amenaza con limpiar todo privilegio y echarte al olvido, porque sabe que la semilla de
un nuevo mundo está por brotar; mundo loco que algunos
locos siguen soñando, esos que luchan contra los que respiran con el bolsillo y pretenden
comprar el corazón.


