La luna permite descifrar la oscuridad del
mundo, capaz de hundirse al más intenso placer del ritmo y las canciones, un
mundo que morirá sin aplausos, un destino marcado como un tatuaje obligado, un
nicho bien cavado hasta la profundidad de la tierra de este mundo inentendible,
uno bien misterioso y peligroso.
Con armas bien filosas busca acuchillarte como
el diablo, capitán de la debilidad y el frio. Su tridente afilado y su sonrisa
apabullante, te señala con su enorme dedo cubierto de placer y pecados, hasta desnudar tu moral.
Una invisible lealtad al abismo, todo su servicio
al poder, un dios modelador del hombre, que con esfuerzo corrupto y letal, puede
tu rumbo cambiar. Y se desliza en el aire que lentamente gira, observando tu
lujuria; se ríe y te excita, al tiempo que lanzas la moneda buscado fortuna, apostando
el hoy, ese poderoso regalo que tienes para derrotar al tiempo, callando su
maldito sistema de obscenas ganancias, que escupe en tu rostro y te limpias como
lluvia.





