En las noches de invierno, solía recorrer la
ciudad, abrigando sombras, del frío y de
otras calamidades.
A estos que la sociedad escupe, como producto
defectuoso, con un abrigo y cientos de palabras, penetraba en los callejones, e
insultaba al viento. Impotente ante los que teniendo ojos, miraban con los
pies.

