Se vive en
los terribles mundos de los ciegos, nos venden una podrida eternidad, donde los precios abundan y se evaporan en la
mentira.
Mentira de existir, de exigir una vida robada, que de tan vacía, se pierde en lo profundo del
aire.
Cuando la tierra húmeda parece desaparecer, los
dueños del mundo te piden una gran colaboración, te señalan y te
advierten, amenazando tu calidad y tus
sueños.
El lobo desciende del monte en ocasiones que
tanto adoras, permitiendo que la locura de pertenecer, se ría de tus flacos
atributos, y te enjaule en la debilidad.
Pero el ojo salvaje mira por la fina ventana
que se abre al exterior, preguntando si
todos será real.
Se destierra
el hombre que atraviesa el bosque profundo, abriendose al viento que sopla
entre lo oscuro y deja el rancio placer de continuar estibando, se disuelve en
la sinrazón de ser libre.